LA EUROPA DEMOCRÁTICA
ANTE LA TIRANÍA DE LA BANCA
José Ignacio Martín*
La eurozona desde la puesta
en circulación del euro, como moneda de referencia internacional, es escenario
de la nueva correlación de fuerzas económicas del siglo XXI, y coloca a la
Unión Europea en un papel decisivo.
La Comisión Europea desde su
fundación, ha comprometido a toda la Unión Europea, en el debate histórico de
la lucha y defensa de los consumidores a nivel internacional fundamentalmente,
con la originaria normativa Mifid que abrió el camino de dicha protección,
sobre todo en productos llamados complejos.
En el interior de la UE la
larga figura de su fundadora la CEE, integra todos las aportaciones que la gran figura del europeísmo irradiaba a su
alrededor. Ahora bien la CEE suponía un
escoramiento hacia la Europa de los mercaderes.
Los ciudadanos simpatizan y
se alinean libremente con una Unión Europea que integra Política Económica y
Social y que se nutre de un decidido compromiso con la Democracia como sistema
Político, así la UE es vanguardia de la Unión política, económica y social de
la democracia a nivel internacional y de la justicia social.
La UE tiene un gran capital
histórico forjado por millones de ciudadanos europeos que trabajan por la
consecución tanto de la defensa de la democracia como del ideal del europeísmo,
como seña de identidad de la unidad continental entre otras, como la
convivencia, el desarrollo libre y pacífico de los pueblos en un crecimiento
económico y comercio libre de competencia justa.
¿Qué representan los clientes en la
banca internacional?
La transición mundial.
El siglo XXI sin duda está
siendo y va a seguir siéndolo en el futuro, el siglo de la nueva correlación de
fuerzas en la banca.
Primero el nacimiento de la
Unión Europea, con el euro como nueva moneda internacional y al mismo tiempo la
explosión económica que ha provocado China, como primera potencia mundial en
producción y comercio sitúan estos primeros años sobre todo en el sistema
financiero en un proceso de reconversión, que deberá acometer la refundación de
una banca internacional, completamente distinta y donde las plazas financieras
de Europa y China, deciden gran parte de
la mayoría de los intercambios financieros mundiales y deciden el tráfico y
circulación de los movimientos de capitales mundiales.
La vigencia de Europa.
Gran parte de la actual
construcción europea de forma pacífica, se ha debido al movimiento obrero que a
los largo del siglo XX, desde el Tradeunismo inglés y el sindicalismo clásico
forjado en la Europa occidental de las posguerras, con miles de luchas
industriales que han moldeado una cultura “del trabajo productivo”.
El último tercio del siglo
XX, la debilidad del movimiento obrero clásico en Europa, ha provocado un desarrollo
exponencial de la “cultura financiera especulativa” contraria a los intereses
del trabajo productivo. Las principales
diferencia entre estos 2 movimientos son:
a) cambio
de escenario productivo pues la cultura del trabajo productivo ha sido
básicamente industrial y la cultura financiera especulativa está centrada en el
sector servicios.
b) el
ritmo y velocidad del beneficio son diametralmente distintos, la cultura del
trabajo productivo en ocasiones tiene una larga
elaboración y costosa obtención de beneficios, pues se basa en un cierta
democracia de las relaciones laborales, que llevan conflictos, huelgas, pactos
y negociaciones para conseguir la estabilidad y seguridad de la
producción. Es decir la obtención de
beneficios es proporcional al grado de acuerdo con los trabajadores y lenta
hasta conseguir acuerdos.
Mientras que la cultura
financiera especulativa es todo lo contrario:
No necesita apenas
estructura, además son estructuras superficiales, aparecen y desaparecen sin
límites, no tienen una localización geográfica definitiva, pues la
deslocalización y por tanto los cambios de posición son permanentes, y no
necesitan discutir, pactar, ni negociar, no hay conflictividad, se basa precisamente
en captura de beneficios al instante, no hay tiempo de luchas, porque no hay ni
campo de batalla, ni se conoce al enemigo pues se basa en la ocultación, el
secretismo, la desaparición de los
agenten que laboran pues suelen ser estructuras anónimas de carácter
artificial. En definitiva, favorece y
promueve corporaciones empresariales de carácter dictatorial pues ni acepta, ni
cumple, ni asume la regulación, y únicamente cumple con los requisitos legales,
pero utiliza la legalidad precisamente para incumplirla. Sus asesores y el convencimiento de la falta
de exigencias de responsabilidades, por parte del Estado que hace la vista
gorda a cambio de “mordidas” a la Inspección y Gobernantes hacen el
resto, es decir la corrupción galopante del Estado, sería la base de esa
obtención de beneficios y sobre todo en la ausencia de negociación, con la
contraparte, los clientes. Por supuesto de uno en uno, el cliente no es
ningún enemigo.
En la cultura productiva,
“el enemigo” para el empresario, son los trabajadores organizados en
sindicatos.
En la cultura financiera el
“enemigo” es individual. El cliente que si decide demandar con un abogado, no
es pues ningún peligro puesto que un insignificante 1-2 % como mucho del total
de operaciones mundiales de la banca llegan a los tribunales.
Es la necesaria
organización, unidad y formación de un programa internacional de los clientes
en la banca la mejor y única salida para los problemas del sector financiero.
Los clientes deben ser el
contrapoder de la banca toda vez que el Estado ha decidido en estos años, de
que parte está, el Estado está de parte
de la Banca. Así pues, Banca y Estado
van juntos contra el cliente. Modificar
este 2 contra 1 es nuestro principal objetivo como Asociación, y la función que
debemos llevar a cabo para ACF es trabajar a nivel internacional para que el 2
contra 1 pase a ser un 1 contra 2, es decir la Banca sola un 1, y el Estado
reconciliado con los Clientes 2, de forma que haya un reequilibrio de fuerzas.
El pacto de los clientes con
el sector productivo será la clave para dar la vuelta a la situación, y el
terreno de juego donde vamos a disputar el partido.
Si en la cultura productiva la contraparte de los empresarios
son los trabajadores, y son temidos porque tienen acumulados una larga historia
de luchas que impide un abuso permanente de la relación laboral, pues hay
regulación, convenios y negociaciones colectivas, es decir hay un
reconocimiento de la responsabilidad de los trabajadores como interlocutores de
la parte privada (empresas) y de la parte pública (Estado), en la cultura
financiera no hay contraparte.
Tanto la banca, como el
Estado se han encargado de que los derechos de la otra parte aquí seríamos los
clientes, tienen derechos muy generales, pero que administrativamente han sido
reconocidos sin contar con su participación en la elaboración, por lo que son
de todo punto incompletos.
La ausencia de una de las
partes modifica totalmente la correlación de fuerzas así aquí los contratos no
son negociados, ni negociables, como sí lo son en la cultura productiva. Aquí
estamos ante contratos de adhesión, el cliente solo puede firmar y después si
tiene posibilidad y puede probarlo, deberá acudir a los tribunales es decir
tiene la salida individual, ante los tribunales, pero en el conjunto de las
operaciones financieras mundiales, la batalla del cliente contra la banca es
una batalla perdida de antemano precisamente porque no hay una organización internacional que recoja,
aglutine y batalle en defensa de los derechos de los clientes en definitiva que
sea un interlocutor a nivel internacional en foros como el G-20 entre otros,
este y no otro debe ser el objetivo de los clientes situarlos en el escenario
internacional como miembro de las Mesas de Negociación de la Banca Internacional,
y de las normas de regulación, supervisión y control de los Bancos Centrales
sobre y respecto al sistema financiero internacional, entonces SI podremos
hablar de un cambio en la correlación de fuerzas, el Estado tiene la palabra,
nosotros la obligación de organizarnos, porque es y debe ser nuestra voluntad y
concienciación de crecer como colectivo de clientes organizados la respuesta a
la tiranía de la Banca Internacional, no tenemos ninguna duda de que ese gran
objetivo se va a cumplir en muy poco tiempo, precisamente porque es la
principal batalla democrática de la Unión Europea y el gran desafío en estos
momentos para salir de verdad de la crisis, hacer que se reconozca a los
clientes como el principal sujeto y agente económico en la banca, así lo
reconoció esta semana el Presidente de la City, cuando dijo que la banca había
pasado de entender que los servicios financieros, y los sueldos de los
ejecutivos era la principal razón de la banca en estos últimos años, a entender
que efectivamente ahora son los clientes su principal valor y objetivo para
todas las entidades bancarias.
Zaragoza a 1 de diciembre de
2013
*José Ignacio Martín es
miembro de Izquierda Socialista de Zaragoza